jueves, 4 de agosto de 2016

Agosto: el mes de los niños... y de las niñas también

Llegó agosto, ¿lo pueden creer? 

Y se viene el Día del Niño... 

"¿Y no de la Niña?", me preguntó mi hijo Rafael (con toda la razón del mundo).

Dejando a un lado el carácter comercial de la fecha, los niños y las niñas son los protagonistas de este Blog.

La propuesta es escucharlos aquí en primera persona: se trata de oír sus voces, de acercarnos a sus preocupaciones, de mirar el mundo a través de sus ojos, siempre desde la perspectiva que nos ofrece la literatura.

Y qué mejor que homenajear a los niños y a las niñas en su día, con un poema de Wislawa Szymborska. Lo escuché hace poquito, leído por Iris Rivera. A continuación, se los comparto, porque -como me dijo Iris- "la poesía es de todos y Wislawa merece ser difundida"

Además, para atender a la acotación de Rafa, la protagonista del poema es una niña...

¡Aquí va! ¡Espero que les guste!


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UNA NIÑITA TIRA DEL MANTEL*

Desde hace más de un año está en este mundo,
y en este mundo no todo se ha examinado
y puesto bajo control.

Ahora a prueba están las cosas
que no pueden moverse solas.

Hay que ayudarlas en eso,
correrlas, empujarlas,
cogerlas de un lugar y trasladarlas.

No todas quieren, por ejemplo el armario,
la cómoda, la inflexible pared, la mesa.

Pero ya el mantel sobre la testaruda mesa
-si se lo agarra bien de las orillas-
muestra disposición al viaje.

Y sobre el mantel los vasos, los platitos,
una jarrita con leche, cucharitas y un tazón
hasta tiemblan de ganas.

Muy interesante,
qué movimiento elegirán
cuando se agiten en el borde:
¿recorrido por el techo?
¿vuelo alrededor de la lámpara?,
¿salto a la ventana y de ahí al árbol?

El señor Newton no tiene aún nada que ver con eso.
Que mire desde el cielo y agite los brazos.

Esta prueba tiene que hacerse.
Y se hará.



* WISLAWA SZYMBORSKA (polaca, contemporánea). 1923-2012. Trabajó en ferrocarriles. Estudió Letras y Sociología, sin terminar la carrera. Poeta, traductora, crítica. Premio Nobel 1996.

miércoles, 27 de julio de 2016

En modo Ema Wolf

WOLF, Ema. Historias a Fernández, Buenos Aires, Sudamericana, 2004
En casa, estamos atravesando una fase de fanatismo por Ema Wolf.

Hace porquito, con mi hija Julia, sacamos uno de sus clásicos de la Biblioteca de San Isidro. Un librazo: Historias a Fernández.

Es un libro autorreferencial: un cuento que habla del cuento y de su proceso de construcción ¡Es genial!

En este libro, Wolf le inventa historias a Fernández (su gato), que acaba de tener un golpe en la cabeza y por orden médica (de un tío enfermero diplomado) debe mantenerlo despierto por tres horas, a fin de descartar cualquier riesgo de conmoción cerebral. Entonces, se ve obligada a inventarle cuentos, historias que lo mantengan despierto, que le resulten interesantes, que capten su atención (¡la del gato!).

Y Fernández no es cualquier gato. Es un gato que tiene la costumbre de dormir como un tronco: "(...) de las veinticuatro horas que tiene el día, Fernández duerme alrededor de veintiséis. Duerme sin pausa, con la dedicación de un atleta entrenándose para las olimpíadas del sueño, duerme para llegar primero en cualquier maratón de párpados cerrados (...) Ni siquiera conoce el sueño ligero: entra directamente en la cuarta fase -la de las ondas delta...-".

La semblanza que hace Wolf sobre el gato protagonista no tiene desperdicio: es creativa, divertida, desopilante. Y a lo largo del libro, va dejando al descubierto el rol del narrador (en este caso, narradora), que busca inspiración asomándose por la ventana de la casa. Y así, viendo pasar vecinos o incluso ante una calle desierta, encuentra las ideas para sus cuentos.

A continuación, un extracto:

“La última historia tenía que ser la mejor: amplia, dilatada, vibrante, sólida como un arrecife y a la vez sutil como dibujada con pincel de seda, algo para durar eternamente en la memoria, una historia sin andadores, capaz de sostenerse sola sobre sus cuatro patas (...) Sentí lo mismo –pero más tremendo- que lo que siento frente a un rollo de cinta scotch cuando no le encuentro la punta. Yo no pedía gran cosa, necesitaba apenas un borde, un pretexto, un motivito, algo de donde agarrarme para empezar a contar (...) Cuando ya me subía por las piernas un miedo espantoso, vi acercarse un hilo de agua que corría despacio por el costado de la vereda, una nada, apenas una humedad. A medida que avanzaba se hizo más importante y arrastró una hoja que flotó sobre la superficie. Encima de la hoja navegaba un insecto. En la junta del asfalto, la pequeña corriente se detuvo y dibujó un charquito que tenía la forma del mapa de Australia. La brisa rizó la piel del agua, e hizo temblar la hoja y el insecto. Eso fue todo. Ahí, en ese charco, me zambullí”.

(*) Más sobre Ema Wolf en este Blog  >>> Ver aquí

viernes, 29 de abril de 2016

Día del Animal: dos recomendaciones y una yapa

Hoy se conmemora el Día del Animal en nuestro país, en homenaje al Doctor Ignacio Lucas Albarracín, creador de la Sociedad Argentina Protectora de los Animales.

Para esta misma fecha, el año pasado les recomendé dos novelas cortas de María Elena Walsh y de Elsa Bornemann, ¿se acuerdan?  >>> Ver aquí

¡Pero qué difícil es hacer una recomendación cuando se han dedicado tantas páginas a los queridos animales! Desde mascotas y animales domésticos, hasta animales salvajes de la selva, del monte, de la puna y la montaña. Historias tiernas y también disparatadas. Animales con voz, que razonan con sabiduría y debaten ideas. Y otros, silenciosos. 

Lo cierto es que los animales nos conectan con la naturaleza y con lo más primitivo de nosotros mismos. Y han dado y seguirán dando motivos para historias diversas, que surgen de nuestros más variados encuentros con ellos.

Este año, se me ocurrió traerles estos dos cuentos:

Cuento con caricia, de Elsa Bornemann*

Este cuento forma parte del libro "Un elefante ocupa mucho espacio". Lo leímos por primera vez cuando Julia tenía tres años y nos gustó tanto, que lo hemos teatralizado con títeres en cumpleaños de los chicos y hasta en una visita al jardín de Rafa. 
En esta historia, los animales de la laguna no conocían lo que era una caricia. Pero un changuito pescador se atreve a rozar el plumaje de un tero mansito con su mano y comienza una historia encadenada con final feliz.

(*) En BORNEMANN, Elsa. Un elefante ocupa mucho espacio, Buenos Aires, Alfaguara, 2011 (Ilustraciones de O'Kif-MG)


De este lado del río, de Gustavo Roldán**

Este cuento integra el libro "Prohibido el elefante". Julita lo recibió de manos del padrino Esteban como regalo de cumpleaños el año pasado. 
Todas las historias inlcuidas en este libro son excelentes, pero "De este lado del río" me gusta de una manera especial. En él, Roldán recrea -una vez más- el escenario del monte chaqueño para poner en boca de los animales autóctonos una situación de lo más humana. Y con una historia sencilla, nos habla de nuestras maneras sesgadas de ver las cosas e interpretar lo que nos pasa. Sobre la ideología, las formas de construcción de la realidad y los desencuentros que se evidencian en el lenguaje.

(**) En ROLDÁN, Gustavo. Prohibido el elefanteColección "Pan Flauta", Buenos Aires, Sudamericana, 2012 (Ilustraciones de Luis Pereyra)


Y para terminar, les dejo -de yapa- una poesía de Ana María Shua:


MASCOTAS*

Odio que no me dejen
tener mascotas.
No pretendo jirafas
no pido focas,
sólo quiero un amigo
con quien jugar,
peludo y calentito
para abrazar,
y no esos tontos peces
para mirar.

Y como en casa no entran
perros ni gatos
porque mamá me dice
que dan trabajo,
me fui solo a la feria
(la de animales)
y compré tres mascotas
esta mañana
que tengo aquí escondidas
bajo la cama.

Son grandes y peludos y lustrosos
hacen piruetas y son cariñosos,
son buenos, obedientes y educados
mis tres microbios domesticados.

(*) En SHUA, Ana María. Las cosas que odio y otras exageraciones, Alfaguara, Buenos Aires, 1998.
(**) Este poema fue publicado en la antología Crecer en poesía. Poemas para nivel inicial y primer ciclo del nivel primario, "Piedra Libre", Plan Nacional de Lectura, Ministerio de Educación de la Nación, Agosto 2015.

jueves, 7 de abril de 2016

Ema Wolf: vanguardia y menta granizada

Los cuentos de Ema Wolf le quedan pintados a Julita, como la ropa talle 10 y los zapatos número 32.

Como quien pide un gusto nuevo en la heladería, el año pasado se le ocurrió sacar de la Biblioteca de San Isidro el libro “Hay que enseñarle a tejer al gato”. Y esa sola probadita bastó para adorarla.

Es que sus cuentos cortos son una especie de menta granizada. Una mezcla de picante y dulce a la vez. Con ese toque de chocolate, que los hace tan especial (y muy ricos, por cierto).

Algunos dirán que es absurdo (sobre todo, los adultos), que se parece bastante a comer dentífrico. Y, quizá, de eso se trata: de probar lo absurdo.

El absurdo es, justamente, el alma de los cuentos de Wolf. Y ella lo entendió tan bien, que creó piezas realmente geniales, que cultivan una lógica más bien de vanguardia.

Nacida en Carapachay (Partido de Vicente López) en 1948 y hoy vecina de Olivos, es común encontrar en sus escritos algunas referencias a barrios de la Zona Norte de Conurbano bonaerense. Pero, sin dudas, su marca personal se encuentra en la figura del gato, protagonista indiscutido en su obra: desde el disparatado Ismael de "Hay que enseñarle a tejer al gato", hasta Fernández de "Historias a Fernández", Magallanes de "El caso de la pizza napolitana", Walter Ramírez  de "Walter Ramírez y el ratón nipón", o bien, el gato de Berta, personaje de una serie de cuentos para los más chiquitos, entre otros.

A continuación, algunas recomendaciones:

-“Hay que enseñarle a tejer al gato” (1991). Ilustraciones de Jorge Sanzol. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1997 (Nueva edición). 
Es la historia de Ismael. Su dueña está obsesionada con enseñarle a tejer a dos agujas, algo absolutamente común en los gatos de todos los tiempos. Esta especie de manual, con instrucciones para enseñarle a tejer a un felino es tan bueno, que vale la pena recorrer cielo y tierra para encontrarlo y leerlo. Apto para padres y niños que gustan de reír a carcajadas, aunque sea la hora de irse a dormir.

-“Los imposibles”. Ilustraciones de Jorge Sanzol. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1988. Colección Pan Flauta. 
Este libro compila cuentos cortos, cortitos y muy divertidos. Y su título alude precisamente a historias imposibles, absurdas. Entre ellas, “El señor Lanari”, un hombre que se va destejiendo; o “La Nona Insulina”, que envejece al revés (una idea anticipadísima al film “El extraño caso de Benjamin Button”). Pero mi preferido de esta partida es "El maldito mejillón”, que narra los intercambios entre el cuidador del faro de una isla perdida y un mejillón, que se ven a diario, pero sólo de 5 a 7 de la tarde.

-“¡Silencio niños!”. Ilustraciones de Pez. Bogotá, Grupo Editorial Norma, 1997. Colección Torre de Papel, serie Torre Azul. 
Otro libro de cuentos cortos. Nuestros preferidos: “Lupertius se enoja los jueves” y "El Náufrago de Coco Hueco", entre otros ¡Excelentes!

(*) Bibliografía completa y datos de la autora  >>> Ver aquí


Sobre gustos… Una apostilla


Cuando era chica (allá por los ’80s), recuerdo que apareció un gusto nuevo de helado. Era la crema del cielo, con su característico color celeste (todo un cliché).

Fue furor. Tanto, que era común ver a los niños y niñas salir de las heladerías, felices con sus cucuruchos color celeste cielo.

Yo nunca fui amante de la crema sola y menos teñida de celeste. Pero la menta granizada, en cambio, siempre me gustó...

Tarde, pero seguro. Ema Wolf, ¡es un gusto conocerte!

jueves, 24 de marzo de 2016

Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia

Hoy se cumplen 40 años del Golpe de Estado de 1976.
Hoy volvemos a decir "Nunca Más".
Hoy pedimos Memoria y Justicia.
Hoy podemos leer con nuestros hijos y luego
-juntos- hablar.

Y permítanme una recomendación.

Hay un cuento corto de Laura Devetach, que me llega al corazón. Es cortito y lleno de significado. Se llama "Las palomas de San Pedro" y está incluido en el libro Cuentos que no son cuento, editado por Alfaguara.

Vale la pena buscarlo.

"Las palomas de San Pedro tejen clavos, tejen hierro...", culmina el cuento. "Después que lo escribí, comprendí que -en estas palomas- nos veíamos retratados muchos argentinos. Argentinos durante el golpe militar que comenzó en 1976", dice la autora de "La torre de cubos", cuyos cuentos estuvieron prohibidos durante la última dictadura militar.

lunes, 21 de marzo de 2016

¡Bienvenido Otoño!: llueve sobre mojado

Primer lunes de otoño, grisáceo y lluvioso.

Yo me había puesto mi uniforme de correr, como todos los lunes. Pero una intermitente llovizna -que luego se convirtió en persistente y copiosa- me hizo cambiar los planes en la puerta del colegio de los chicos.

De vuelta en casa, el agua ya se acumulaba debajo de la hamaca del jardín. Y todavía en calzas y zapatillas, se me ocurrió traer aquí dos poemas para compartir. Dos poemas para niños, que toman por escenario un día de lluvia.

Uno, favorito de mi infancia, publicado en una colección de poesía para niños que compró mi mamá, cuando ejercía de maestra jardinera. Ese ejemplar ahora está en mi casa y es uno de nuestros libros predilectos.

El otro pertenece a la serie "Crecer en Poesía", publicada en 2015 por el Ministerio de Educación (en el marco del Plan Nacional de Lectura), que cuenta con una cuidada selección y original compilación de poemas para niños.

¡Bienvenido Otoño! ¡Y bienvenida la lluvia que inspira poesía!

"Leemos poesía como quien hace llover, para refrescarnos en su transparencia, para conocernos, para poner en movimiento una actitud de sensibilidad que permita vernos más hondamente" (María Cristina Ramos, 2015).

viernes, 4 de marzo de 2016

Tanto tiempo...

Rafa hace muy buenas preguntas. Ya está grande y este año termina el jardín.

No le gusta esperar y a veces las necesidades se lo imponen, aunque sea de manera obligada. 

Cuando va al baño, por ejemplo, siempre se las arregla para que algún miembro de la familia lo acompañe a pasar el rato. "Papi, ¿el tiempo pasa lento o pasa rápido?", arrojó sentado en el inodoro. Papá, que estaba de acompañante, se quedó sorprendido y esbozó una respuesta. Ante la pregunta, dejé de lavar los platos. Julia también abandonó sus juegos de sobremesa para sumarse a la ronda. Y todos nos encontramos alrededor de la puerta del baño para dar una opinión al respecto. 

El breve debate doméstico sobre el tiempo y su paso, me recordó que no escribo aquí desde septiembre del año pasado. Que las vacaciones de verano se pasaron rápido (rapidísimo), cual puñado de arena en la palma de la mano (como tan bien lo representara Quino en aquella recordada viñeta de Mafalda).

Es tiempo de volver a las rutinas, esas que se inician antes de que el sol se asome. Es tiempo de mochilas, delantales, uniformes y cuadernos. Y acá estoy nuevamente, pensando en todas las lecturas que hicimos con los chicos desde entonces, y "no tuve tiempo" de compartir en este espacio. 

La pregunta de Rafa esa noche, nos llevó a buscar "Federico y el tiempo", un libro de Graciela Montes dedicado a los más chiquitos. Una historia tierna, que relata el diálogo entre una abuela y su nieto, en la intimidad de una casa llena de recuerdos.

Juntos, miran fotos y otras cosas que suelen atesorar las abuelas en sus casas. Federico quiere saber si el tiempo nunca acaba de pasar. Y como Rafa, nos recuerda que las preguntas de los pequeños siempre nos hacen pensar a lo grande.

(*) En MONTES, Graciela. Federico y el tiempo, Serie "Federico Crece", Buenos Aires, Sudamericana, 2009.