viernes, 8 de marzo de 2019

#8M: Día Internacional de la Mujer

Imagen del libro "Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo",
de Chimamanda Ngozi Adichie, escritora, novelista y dramaturga nigeriana.
Gracias Tinkuy Libros por publicar estas palabras, 
promover el encuentro con ellas y dejar que sigan camino. 

miércoles, 6 de febrero de 2019

Una mujer mágica

Fuente: MeGustaLeer.com.ar
Hace un año, nos despertamos con la triste noticia. Liliana Bodoc había fallecido, con tan sólo 59 años.

No la había leído hasta ese momento. Pero hay algo que sí sabía sobre ella: sus lectores la adoran. 

Y conozco a una de esas lectoras fieles. Se llama Norma, amiga muy cercana de mi familia y miembro del Programa "Abuelas y Abuelos Cuentacuentos" de San Isidro.

En este primer aniversario de la muerte de Liliana, les comparto la carta que Norma le escribió como homenaje el año pasado:

¿Dónde estás Liliana? ¿Por qué estoy segura que no te fuiste?

En primer lugar, porque vos me enseñaste a creer, soñar e intentar ser a semejanza tuya “una mujer mágica”. Según tus palabras, “es aquella que no le teme al paso del tiempo, ni a la muerte; que es capaz de repartirse y necesita poco”.

En segundo lugar, porque leyendo "Los días de la sombra”, supe que la muerte es una vieja amiga. Como sostiene la vieja Kush, ¿le estás pintando las uñas, cuando se te acercó como la Destrenzada?

¿Dónde buscarte, si ya leí casi todos tus libros?

Conté a los niños de las escuelas muchos de tus cuentos, para descubrir en ellos -como dijiste en La Boutique del Libro de San Isidro- "que un lector en construcción es, ante todo, un hombre en construcción”. Esa era tu gran responsabilidad.

Ahí te conocí personalmente y te regalé mi adaptación de tu "Espejo africano”, que conté como culebrón durante un año en cinco escuelas.

Te encantó mi "Espejo tallado”, firmado por San Martín. Y nos dimos un abrazo, que mi compañera Franca inmortalizó en una foto. Según ella y otras abuelas "Cuentacuentos" que estuvieron presentes, fue un abrazo MÁGICO.

Cuando lo leíste, me felicitaste por mail y comenzamos a comunicarnos. Me autorizaste a adaptar tus cuentos y te encantó el trabajo de promoción de la lectura que hicimos con "Sucedió en colores”.

Te seguiré contando. Leeré los cinco libros que no conozco. Pasaré mis noches de insomnio, soñando con un final para Tierra de Dragones. Pero sé que ahí no te encontraré.

Vos me darás señales, como cuando te conté que vi a la dragona blanca en Iruya, subiendo las montañas en forma de nube transparente. Tiempo después, me confiaste que te había pasado lo mismo en Tilcara.

GRACIAS, porque en mí tu palabra transformó, fabricó y generó, como dijiste en reportajes y alguna vez que fui a escucharte.

Te veo rodeada de magia, esperando que surja una comunidad mundial como la de la saga, a pesar de los malditos de Memorias impuras.

Y que Ara y Varo se entiendan de una vez. 

¿Será porque no lo lograremos nunca, que no terminaste la saga de Los Confines?

Espero tu respuesta. Un abrazo mágico (como los pocos que nos dimos),

Norma (8 de febrero de 2018)


domingo, 22 de enero de 2017

Vacaciones


HOY, SÍ

Hoy abdico
cedo el trono
deposito el poder
en quien esté dispuesto
a mantener
el imperio de la milanesa perfecta
del tomate justo
del pollo simultáneamente a punto
para todos.
Hoy abdico ante el mundo
y siento alivio
y ni un pétalo de remordimiento
humedece mis pestañas.

Laura Devetach*


Por fin, ¡vacaciones! 
Esperadas, merecidas. 
Les comparto estos versos de Laura Devetach, tomados del libro que elegí para traer en la valija. 
Uno de los más lindos aprendizajes del taller literario de Iris Rivera, que empecé el año pasado (y continuaré en 2017): leer poesía, escucharla leída por otros y apreciar lo que dice, cuenta... Y nadie mejor que Devetach para hacer (y vivir en) poesía de lo cotidiano.
Busquen este libro; ¡no se van a arrepentir!

(*) En: DEVETACH, Laura. Para que sepan de mí, Calibroscopio, Buenos Aires, 2016.

jueves, 4 de agosto de 2016

Agosto: el mes de los niños... y de las niñas también

Llegó agosto, ¿lo pueden creer? 

Y se viene el Día del Niño... 

"¿Y no de la Niña?", me preguntó mi hijo Rafael (con toda la razón del mundo).

Dejando a un lado el carácter comercial de la fecha, los niños y las niñas son los protagonistas de este Blog.

La propuesta es escucharlos aquí en primera persona: se trata de oír sus voces, de acercarnos a sus preocupaciones, de mirar el mundo a través de sus ojos, siempre desde la perspectiva que nos ofrece la literatura.

Y qué mejor que homenajear a los niños y a las niñas en su día, con un poema de Wislawa Szymborska. Lo escuché hace poquito, leído por Iris Rivera. A continuación, se los comparto, porque -como me dijo Iris- "la poesía es de todos y Wislawa merece ser difundida"

Además, para atender a la acotación de Rafa, la protagonista del poema es una niña...

¡Aquí va! ¡Espero que les guste!


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UNA NIÑITA TIRA DEL MANTEL*

Desde hace más de un año está en este mundo,
y en este mundo no todo se ha examinado
y puesto bajo control.

Ahora a prueba están las cosas
que no pueden moverse solas.

Hay que ayudarlas en eso,
correrlas, empujarlas,
cogerlas de un lugar y trasladarlas.

No todas quieren, por ejemplo el armario,
la cómoda, la inflexible pared, la mesa.

Pero ya el mantel sobre la testaruda mesa
-si se lo agarra bien de las orillas-
muestra disposición al viaje.

Y sobre el mantel los vasos, los platitos,
una jarrita con leche, cucharitas y un tazón
hasta tiemblan de ganas.

Muy interesante,
qué movimiento elegirán
cuando se agiten en el borde:
¿recorrido por el techo?
¿vuelo alrededor de la lámpara?,
¿salto a la ventana y de ahí al árbol?

El señor Newton no tiene aún nada que ver con eso.
Que mire desde el cielo y agite los brazos.

Esta prueba tiene que hacerse.
Y se hará.



* WISLAWA SZYMBORSKA (polaca, contemporánea). 1923-2012. Trabajó en ferrocarriles. Estudió Letras y Sociología, sin terminar la carrera. Poeta, traductora, crítica. Premio Nobel 1996.

miércoles, 27 de julio de 2016

En modo Ema Wolf

WOLF, Ema. Historias a Fernández, Buenos Aires, Sudamericana, 2004
En casa, estamos atravesando una fase de fanatismo por Ema Wolf.

Hace porquito, con mi hija Julia, sacamos uno de sus clásicos de la Biblioteca de San Isidro. Un librazo: Historias a Fernández.

Es un libro autorreferencial: un cuento que habla del cuento y de su proceso de construcción ¡Es genial!

En este libro, Wolf le inventa historias a Fernández (su gato), que acaba de tener un golpe en la cabeza y por orden médica (de un tío enfermero diplomado) debe mantenerlo despierto por tres horas, a fin de descartar cualquier riesgo de conmoción cerebral. Entonces, se ve obligada a inventarle cuentos, historias que lo mantengan despierto, que le resulten interesantes, que capten su atención (¡la del gato!).

Y Fernández no es cualquier gato. Es un gato que tiene la costumbre de dormir como un tronco: "(...) de las veinticuatro horas que tiene el día, Fernández duerme alrededor de veintiséis. Duerme sin pausa, con la dedicación de un atleta entrenándose para las olimpíadas del sueño, duerme para llegar primero en cualquier maratón de párpados cerrados (...) Ni siquiera conoce el sueño ligero: entra directamente en la cuarta fase -la de las ondas delta...-".

La semblanza que hace Wolf sobre el gato protagonista no tiene desperdicio: es creativa, divertida, desopilante. Y a lo largo del libro, va dejando al descubierto el rol del narrador (en este caso, narradora), que busca inspiración asomándose por la ventana de la casa. Y así, viendo pasar vecinos o incluso ante una calle desierta, encuentra las ideas para sus cuentos.

A continuación, un extracto:

“La última historia tenía que ser la mejor: amplia, dilatada, vibrante, sólida como un arrecife y a la vez sutil como dibujada con pincel de seda, algo para durar eternamente en la memoria, una historia sin andadores, capaz de sostenerse sola sobre sus cuatro patas (...) Sentí lo mismo –pero más tremendo- que lo que siento frente a un rollo de cinta scotch cuando no le encuentro la punta. Yo no pedía gran cosa, necesitaba apenas un borde, un pretexto, un motivito, algo de donde agarrarme para empezar a contar (...) Cuando ya me subía por las piernas un miedo espantoso, vi acercarse un hilo de agua que corría despacio por el costado de la vereda, una nada, apenas una humedad. A medida que avanzaba se hizo más importante y arrastró una hoja que flotó sobre la superficie. Encima de la hoja navegaba un insecto. En la junta del asfalto, la pequeña corriente se detuvo y dibujó un charquito que tenía la forma del mapa de Australia. La brisa rizó la piel del agua, e hizo temblar la hoja y el insecto. Eso fue todo. Ahí, en ese charco, me zambullí”.

(*) Más sobre Ema Wolf en este Blog  >>> Ver aquí