miércoles, 1 de abril de 2015

Laura Devetach: homenaje a una maestra

Maestra. Laura Devetach, en la segunda edición del Encuentro
de la Palabra, el jueves 26/3, en Tecnópolis.
La semana pasada, conocimos a Laura Devetach, una de nuestras escritoras preferidas de cuentos para chicos (y, por qué no, también para grandes). Fue un regalo de la segunda edición del Encuentro de la Palabra, que tiene lugar en Tecnópolis hasta el 5 de abril.

Sus libros nos acompañan en casa desde hace varios años, por lo que conocerla y escucharla personalmente fue maravilloso. Y es que esta señora de pelo blanco y corto, de mirada amable, de voz pausada y suave, es autora de los más hermosos relatos.

Organizado por ECuNHi (Espacio Cultural Nuestros Hijos), el encuentro estuvo moderado por la periodista Karina Micheletto. Y las encargadas de formular las preguntas a la escritora fueron Roberta Iannamico e Iris Rivera, dos reconocidas autoras de cuentos y poemas para chicos, que fueron alumnas de Laura Devetach en su “Taller de los Martes”.

La modalidad del encuentro fue definida como “entrevista poética”. Con este formato, muy apropiado para dialogar con un personaje de la talla de Devetach, se logró un clima íntimo y acojedor, a partir de la lectura de algunos versos de su libro de poemas “Para que sepan de mí”.

Entre verso y verso, comentó que sus cuentos nacieron de las historias que ella misma inventaba para sus hijos, allá por la década del sesenta. “Los tenía todos en mi cabeza; sólo tuve que escribirlos, pasarlos al papel”, recordó. Y así fueron surgiendo los relatos que luego conformaron uno de sus libros antológicos, “La torre de cubos”.

Esos cuentos estuvieron prohibidos en nuestro país, durante la última dictadura miliar. “Cuando se publicaron, causaron muchísimo revuelo –explicó-. Por ejemplo, yo escribí sobre una nena, que dormía en la cocina porque en su casa no había suficiente espacio, que se quedaba sola en la casa y tenía que hacerse la comida, mientras sus padres salían a trabajar”. Hablaba de “Pueblo dibujado” y de Laurita, su protagonista.

Nominada este año al Premio Hans Christian Andersen por su labor y aporte a la literatura infantil y juvenil, confesó que todavía escribe sus ideas a mano. “Después lo paso”, declaró con complicidad.

Hija de padre inmigrante de origen eslavo y de madre argentina dedicada al tejido y a la costura, se crió en su casa de Reconquista (Santa Fe) rodeada de lanas y agujas. Y ese escenario doméstico -de trabajo manual, de costura, de tejido, de lanas de colores y ovillos- nutrió su enorme espacio poético. Valiéndose de esas metáforas, Roberta Iannamico la indujo a contar una anécdota de su infancia, para que la audiencia pudiera conocer algún aspecto de la vida de Laura, como quien mira el revés de la trama de un tapiz.

Fue así como narró la historia de Blanca, una criada de 10 años de edad, que vivió en su casa familiar por un tiempo. “Me sentaba a esperarla a la hora de la siesta, a que terminara de lavar los platos (…) Nos hicimos muy amigas (…) y resultó que Blanca tenía un espacio poético más grande que el universo. Y claro, era pobre”, recordó. Junto a su nueva amiga emprendieron un ambicioso proyecto: tejer una manta para esconderse y ampararse de este mundo. Así juntaron lanas, cordones, piolines, hilos y armaron un enorme ovillo. Y con agujas hechas con palitos, comenzaron a tejer. “A los pocos días de comenzar, me dan la noticia de que Blanca se iba –contó-. La acompañé a la terminal. Nunca más nos vimos. Pero la manta fue tejida”.

Con la sencillez de alguien realmente grande, firmó nuestro ejemplar del libro “La Torre de Cubos” al finalizar el encuentro. “Julita, ¡gracias! Laura”.

Por suerte, habrá nuevas oportunidades para volver a encontrarla personalmente y escucharla. La autora de “El ratón que quería comerse la luna” y otros tantos títulos, estará presente en la apertura de la cuarta edición del Festival Literario Gustavo Roldán, que tendrá lugar el sábado 6 de junio, también organizado por el ECuNHi.

A continuación, les dejo el poema de Laura Devetach que dio comienzo al encuentro:

Para que sepan de mí

Soy mujer de buena voluntad
mucho trabajo
variadas noches sin sueño
y carencia total de aburrimiento.
Estoy al margen del margen
porque no ando merodeando puertas.
Podría decir que estoy bien así
muy bien
y ustedes
bien gracias
y bien también la familia,
pero no sería cierto.
Miento sólo por piedad
o por terror
y éste no es el caso.
Soy loba, hambre, beso de amor
para morder a fondo
el sentido de las cosas
y solo brizna para soportar esta manera
de andar andando.
Aprendí a callar
a llevar con disimulo
ciertas tristezas
a romperme por dentro
y a recomponer mis partes
a fabricar juguetes nuevos
con pedazos viejos
y acumular con avaricia
el único capital
que merece mi fe
la fuerza del amor
que me das
que me dan
que me quitan
y que estoy dando
para tirar hacia adelante
aquí
ahora
desde este margen sin remedio.

Laura Devetach

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