viernes, 4 de marzo de 2016

Tanto tiempo...

Rafa hace muy buenas preguntas. Ya está grande y este año termina el jardín.

No le gusta esperar y a veces las necesidades se lo imponen, aunque sea de manera obligada. 

Cuando va al baño, por ejemplo, siempre se las arregla para que algún miembro de la familia lo acompañe a pasar el rato. "Papi, ¿el tiempo pasa lento o pasa rápido?", arrojó sentado en el inodoro. Papá, que estaba de acompañante, se quedó sorprendido y esbozó una respuesta. Ante la pregunta, dejé de lavar los platos. Julia también abandonó sus juegos de sobremesa para sumarse a la ronda. Y todos nos encontramos alrededor de la puerta del baño para dar una opinión al respecto. 

El breve debate doméstico sobre el tiempo y su paso, me recordó que no escribo aquí desde septiembre del año pasado. Que las vacaciones de verano se pasaron rápido (rapidísimo), cual puñado de arena en la palma de la mano (como tan bien lo representara Quino en aquella recordada viñeta de Mafalda).

Es tiempo de volver a las rutinas, esas que se inician antes de que el sol se asome. Es tiempo de mochilas, delantales, uniformes y cuadernos. Y acá estoy nuevamente, pensando en todas las lecturas que hicimos con los chicos desde entonces, y "no tuve tiempo" de compartir en este espacio. 

La pregunta de Rafa esa noche, nos llevó a buscar "Federico y el tiempo", un libro de Graciela Montes dedicado a los más chiquitos. Una historia tierna, que relata el diálogo entre una abuela y su nieto, en la intimidad de una casa llena de recuerdos.

Juntos, miran fotos y otras cosas que suelen atesorar las abuelas en sus casas. Federico quiere saber si el tiempo nunca acaba de pasar. Y como Rafa, nos recuerda que las preguntas de los pequeños siempre nos hacen pensar a lo grande.

(*) En MONTES, Graciela. Federico y el tiempo, Serie "Federico Crece", Buenos Aires, Sudamericana, 2009.

No hay comentarios:

Publicar un comentario